Crítica a Ubik (Phililp K. Dick, 1969)

Estar confundido puede llegar a ser desesperante. A veces, en sueños, podemos estructurar nuestros razonamientos y tomar decisiones de una forma sorprendente, como hipnótica, de una racionalidad absurda. Sin embargo, mientras dura el sueño estamos convencidos de la validez de lo decidido, incluso cuando nos lleva a mal puerto y sabíamos de antemano que nos haría llegar ahí. Podemos pensar, al despertar, que una fuerza oculta nos zarandea a su antojo, nos empuja convenciéndonos de lo que en realidad no queremos, nos arroja al mar. En sueños, infinidad de realidades danzan ante nuestro cerebro en REM e imponen sus fuerzas, fuerzas ubicuas, fuerzas que dominan toda pesadilla y que, aun sin percibirlo, emanan de nosotros mismos.

Aunque en Ubik permanece la tradicional insistencia de Philip K. Dick sobre la ética del poder y sus consecuencias, la percepción de la realidad asume aquí un protagonismo casi único. Utilizando una vieja premisa suya, en la que la consciencia del propio individuo se sorprende a sí misma descubriendo su naturaleza de androide u hormiga eléctrica, su protagonista e inusuales secundarios inerciales (personas cuyo poder consiste en contrarrestar una habilidad psi) luchan por comprender si están vivos, muertos o intervenidos por una fuerza que no comprenden. Al seguir los compases, una estructura ya habitual de realidades que se pliegan en sí mismas surge de forma irremediable.

Nunca he ocultado mi agrado por las formas de Dick, que aunque esta vez prescinde totalmente de hilos paralelos, conserva su invariante inconformismo en la figura de Joe Chip, un tío acabado pero en rebeldía permanente por lo verdadero y lo justo. Con ballardismo antiorwelliano (un mundo tétrico y aséptico totalmente capitalista en vez de totalmente socialista) Dick apela al extraño modo que tenemos de pensar en sueños para abrirse paso por realidades confusas y pistas surrealistas. Para ello la narración cuenta con el concepto de la semivida, que aunque un purista machacaría sin piedad, sirve del mismo modo que el órgano de ánimos Penfield para dos propósitos: como maravilla, por un lado, de un futuro que se niega a desprenderse de sus muertos; y como excusa, por otro, para adentrarnos en una realidad confusa, aparentemente dominada y donde, de una forma horrible, escasea el aerosol de la ubicuidad.

Publicado por Unknown

4 comentarios:

nini dijo...

Simplement genial! Sembla el pròleg del llibre, totalment professional :)

Unknown dijo...

Ni molt menys! Però gràcies nini :) La crítica també és un bon exercici d'escriptura; a veure com podem encabir-la dins del projecte ANB.

Sílvia Gabarró dijo...

En la teva línia, m'encanta com escrius ;)

Unknown dijo...

Gràcies Sílvia! Properament més ;)

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